PARA LLEVAR

  Es uno de los negocios en alza; proliferan de unos años a esta parte por doquier. Normal, porque son tiempos de prisas, de tener el tiempo hipotecado, y que no se encuentre momento ni espacio para comprar, para preparar, para cocinar. Y si uno sólo es cocinero de subsistencia como servidor, pues peor aún. Porque es triste cocinarte para tí y ya está, pero lo peor es sentarte a comer en completa soledad, casi como un naúfrago. Pocas cosas hay mas tristes que un único cubierto, un solitario plato y un aislado vaso, con la televisión o el silencio por contertulio. Y esta es una situación que lamentablemente he vivido y vivo más a menudo de lo que quisiera...
      Me gustan las vitrinas con tanto colorido, tanta  variedad; a veces comemos más con los ojos que con otra cosa, lo mismo que amamos, lo mismo que erramos. En muchas ocasiones los ojos no son sino agentes de espejismos, y por ello es necesario cerciorarse con el gusto, con el corazón y sobre todo con el tiempo. Siempre el tiempo, juez y señor, martirio y medicina, como en el éxito de este negocio que nos llena el estómago a los que andamos escasos de tiempo, de dotes culinarias, de compañas y de ilusiones.
               Seguiré comiendo, porque es uno de los pocos placeres  que ame quedan, y es que soy de buen saque, "poco delicao". Tal vez debiera serlo más, con más restricciones, con más sibaritismo, que luego todo vale, todo se come, y hay cosas, que como las  personas o las situaciones, también se indigestan.
         Hoy: ensaladilla, paella y macedonia...¡buen provecho!