Tiene mi cama, o tenía, porque ahora vivo en el exilio del dormir, de una forma alterna, paritaria, en el más incómodo sillón de hospital, donde noche si, noche no, se ponen a prueba mis nervios, mis cervicales y las en otro tiempo grandes dotes para la rápida caída en brazos del dichoso Morfeo.
Soy persona de buen dormir; es más disfruto con ello, como disfruto del buen comer, de mis cañas, mis viajes, mis amigos, mis santos, mis folklores y mis músicas. Necesito desconectar del mundo real por unas horas, para soñar, porque ya lo dije en un post anterior, sigo soñando, despierto y dormido, es complicado para mí el dejar de hacerlo, aunque siempre los despertares y los batacazos sean reales, y casi siempre desagradables.
Hoy dedico este post a mis cuatro paredes más personales, donde mi tálamo mira mi armario. Lecho de vivencias, de abrazos, de silencios, de soledades, de risas y también de llantos, frente al espejo de hoja que divide las dos puertas donde se guarda mi ropa, mi equipaje, mi verano, mi invierno, mi calidez y mi helor.
Bajo la persiana y corro las cortinas; hoy realizo una nueva aventura, que se me antoja mágica, y desde luego deseada, y aunque sea sin compañía, placentera y relajante. Y lo necesito, como os necesito...y cuatro angelitos que me la guardan...apago la luz, y esta noche sin libro en la mesilla, soñando con el despertar, el retorno y el sosiego que este dos mil once se resiste a traerme.
tía y la mía pq no la pones, eh? te echo de menos.. :(
ResponderEliminarSi va a ser verdad lo de que no hay mal que por bien no venga, las noches hospitalarias han hecho más intenso el placer de arroparte en tu cama con angelitos y todo. Por cierto, llévatelos cuando duermas en el hospi.
ResponderEliminarbesos
Paciencia y ánimo. Y muy bonito dormitorio
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