Hoy es 13 de Mayo; día por siempre asociado a la eterna cantinela de la bajada de la Virgen portuguesa del siglo XX. Desde 1917, la epifanía mariana de Fátima ha ido creciendo en multitudes y devociones, y también en detractores. En torno a ella se ha creado un centro temático mariano, al estilo de Lourdes, el santuario por antonomasia del XIX, pero claro, mucho menos exquisito y atractivo, porque desde luego como los franceses pa hacer las cosas, nadie.
La Virgencita blanca de Fátima, paradoja que sea una advocación católica con un nombre musulmán, me recuerda mi infancia, las estampicas de mi abuela, la imagencita a la que rezábamos en la parroquia del Buen Pastor o en las tardes de Mayo, con las flores, o la que en la parroquia de mi pueblo se compartía con el de al lado, dando lugar a trifulcas en las romerías de intercambio en la Hoya-Pelá. El barrio de Fátima y su parroquia, de la cual tengo agridulces recuerdos...o la imagencica que nos regalaron en Moita, aquellos amigos portugueses agradecidos de la hospitalidad manchega en los inolvidables intercambios folklóricos.
También ponen velas en su tarta mi Pilar, que es mi prima, mi hermana y mi puntal. Te quiero Piluca. Y una "muelta" de Murcia especialista en casullas y otras arqueologías. Y también la copla de Marifé: "ay trece, trece de mayo, cuando me encontré contigo..."
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