SANTA MARINA

Mariña de Aguas-Santas, mártir gallega, hermana de las también santas Quiteria y Librada sigue a los dias al Carmen en el calendario. Marina, pequeña devotilla mía, no es una imagen demasiado extendida, no es de las santas más populares e invocadas. Pero a pesar de ello, en mi tierra es titular y patrona de dos poblaciones distantes entre sí; en la pequeña localidad serrana de Cotillas preside la modesta parroquia de artesonado mudéjar, mientras que en Alpera, es titular del barroco templo principal, y otrora patrona de la villa, hasta que un año apedreó en su día, y ese hecho unido a la llegada del Lignum Crucis fué el detonante de su postergación.

Barrio cordobés de Santa Marina, presidido por la iglesia gótico-fernandina del mismo nombre. Zona de toreros, que tienen en el monumento a Manolete como esfinge centinela de la plaza principal. Calles de patios y corralas, que en mayo explotan de flores y aromas, de cordobesía y de belleza, y siempre Córdoba, mi Córdoba en mi pensamiento y en mi añoranza.

Santa Marina de Sevilla; calle de San Luis, entre el Pumarejo y San Marcos. Aquí se fundó la primera hermandad que dió culto a la advocación de la Divina Pastora en todo el mundo y también nació la señera Hermandad de la Mortaja, tras el hallazgo entre sus muros de la pequeña terracota de la Piedad, que fué su origen. Y allí también se anuncia a Sevilla la Aurora de la Resurrección todos los años, todos los domingos de gloria.

Las Aguas-Santas, apellido de su nombre, son los tres manantiales que brotaron en el santuario orensano, donde la doncella romana sufrió martirio. De allí se extendió su devoción, su leyenda y su nombre, para que todos los julios llegado el día dieciocho, Santa Marina salga por calles y plazas, con el agua, siempre purificadora, siempre necesaria.