PENSAMIENTOS MIOS

La brisa chinchillana ha vencido una vez más al calor infernal; la altura de la ciudad jurada por los Reyes Católicos, crea un microclima de corrientes, de aires frescos y nuevos que son el mejor aderezo para la reunión en la plazuela de Santa Ana, donde una vez más se produce el reencuentro, el abrazo, la ingesta de colesteroles varios, y sobre todo la conciencia de pueblo, de barrio y de familia. Y en días como éste me frustra no tener aquí un espacio propio, un refugio, un hogar en el que poder vivir y compartir.

Días sin horarios, pero también sin tiempos libres. Porque a veces se me acumulan demasiados trabajos, compromisos, eventos, que me crean algunos momentos de tensión y miedo, sí, miedo, porque el miedo es consustancial y humano, y yo sólo soy un humanoide lleno de temores y dudas. Pero también el resorte del arranque está aquí, compaginando unos momentos y otros, y a estas horas mi rostro se llena de pausada tranquilidad, de destensionamiento, de un cierto gozo, de un bonito e inesperado balance del día que pasó...

Hoy es San Pantaleón, y un año más el regio convento madrileño de la Encarnación, será testigo del milagro de la licuación de la sangre del santo médico persa, similar al que Nápoles vive en la festividad de su patrono San Genaro...¡ay Nápoles, ay Pompeya! Y bueno siempre hay que dejar un minúsculo espacio para seguir creyendo en los milagros, aunque mi escepticismo vaya en aumento, y ya mi confianza en santas de lo imposible vaya siendo limitadita, pero siempre queda el rescoldo de la tradición en la creencia, que convive, algunas veces, en conflictiva armonía, con la comprobación de que los mejores milagros son los que cada día construimos con las pequeñas cosas, y en los cuales nosotros y sólo nosotros podemos ser los artífices de los mismos.

Sigo rodeado de ideas, construyendo este mecano de palabras, recuerdos y pensamientos que en unos días tendrán que salir sólidos y medidos frente a un auditorio. ¡Ay! que tengo que volver a poner mi lanza en astillero para conquistar nuevos castillos, para vencer viejos gigantes; solitario, sin escuderos ni tropas, voy partiendo a la batalla dialéctica que me apremia, con una sonrisa, con un temor.

"Pensamiento mío, no me traiciones y no culpes a nadie, pensamiento,de mis errores"

Por cierto, bonita flor el pensamiento...y ya me huele a pandorga y a fiesta!!