LAS ANGUSTIAS DE ALBACETE

Va quedando poca Cuaresma. En siete días será el viernes más doloroso y hermoso, el santo de las Lolas y Dolores, la antesala de los días grandes. Templetillo está nervioso y ansioso de oler azahar, estremecerse con la música, emocionarse ante el paso lento y cadencioso de los pasos, en definitiva de llenarse de semana santa.
    La Virgen de las Angustias de Albacete es tal vez, con San Juan Evangelista y Jesús Nazareno, mis imágenes preferidas de la pasión de mi ciudad. Una de las mejores esculturas del patrimonio cofrade albacetense, obra del escultor conquense Marco Pérez, principal artífice de los pasos de las procesiones de la ciudad de las casas colgadas.
   Porque es una advocación reciente en estas tierras. No hay constancia de este título e imagen. Solo la Piedad, del oratorio particular de Leocadia Peral, se asemejaba. Pero hace cincuenta y pocos años, conquenses emigrados a la ciudad de los Llanos, decidieron crear una cofradía, mejor dicho una congregación-cofradía dedicada a la patrona de la diócesis, la Virgen del Santuario en la Hoz del Júcar, la devoción más popular y sentida de la capital vecina. En su bendición, la hermandad matriz de Cuenca cedió el manto de la virgen titular para que lo luciera su filial albaceteña. Poco a poco fue calando en las gentes de aquí, esta advocación e iconografía, superando los años de decadencia de los desfiles procesionales, allá por los primeros setenta, dando lugar incluso, ese dinamismo e implantación, a que una nueva parroquia llevase su nombre, y a crear el primer culto interno de una hermandad , el besapié al cristo muerto y la compaña a la virgen en su soledad el sábado santo de cada año.
     Me gusta la virgen vestida de negro, así con este sencillo rostrillo, y el cristo muerto en el regazo. Mis antiguos vecinos eran miembros activos de la hermandad y siempre estuvo su estampa en mi casa y mi retina.Es la imagen de Nuestra Señora que más me impresiona, como mi Virgen de la Cruz de Lezuza, y todas las demás imágenes así tituladas que he conocido en mis viajes y en los encuentros de hermandades. Pronto, si Dios quiere, nos veremos en Toledo ¡que ganas de ir!
  Por todas estas cosas hace un año me hice congregante.Parte de mi familia también lo es. Su medalla de cordón blanco y morado me vigila. Lo mismo un año me la cuelgo y la acompaño por las calles mías, aunque Ella siempre va conmigo. En mis angustias, en mis deseos, en mis oraciones.