miércoles, 19 de junio de 2013

CACEREÑAS

Indumentarias patrias. Viendo los cuadros de Sorolla, de trajes regionales españoles, tan maravillosos, tan detallistas, que han servido ¡por fin! para un montaje del Ballet  Nacional sobre folklore, que ya era hora. Los lienzos retratan el vestir popular, que con mayor o menor acierto sirvieron de base para los trajes representativos de las diferentes provincias, aunque los "catedráticos del arca" se empeñen en uniformarnos a lo dieciochesco, a lo levantino.
  Gracias a Dios, Cáceres es territorio libre de este sarampión. Porque Extremadura es tierra dura, brava y con solera. Una gran desconocida, una de las tierras de las españas, que más me gusta y sorprende. Ya en 1.917, Sorolla vió a las mujeres de Montehermoso con este peculiar traje, santo y seña del tipismo extremeño. Un traje de gran colorido donde a los refajos o sayas se les llama mantillas, destacando entre los varios que lucen, el de color cereza, el fruto de estas comarcas norteñas. Y el dengue o esclavina, negro, rojo y verde, sobre el que reposa el collar dorado de joyería tradicional. Pero la prenda que más lo distingue es la gorra o sombrero de paja, ricamente adornado de colores, de peculiar forma, tan diferente y análogo a los que se lucen en las vecinas Salamanca y Ávila. La gorra montehermoseña es un souvenir, un icono de la cultura popular, de la raíz, de la leyenda. Como la creencia popular, alentada por los propios vecinos, del espejo, completo para las solteras, roto para las casadas y sin él para las viudas, que también portan gorras adornadas en el negro color de lutos.
    Y las medias azules y las cintas bordadas de los mandiles, recordando la vecina Lagartera toledana. Un traje con personalidad, sin justillos versallescos, ni sedas ni brocados. Sobrio, serio y también barroco, como ese gen que creo que llevamos las tierras de este país, que se paró en épocas de meninas y retablos.
    Hace más de veinticinco años fui testigo en Palma de Mallorca, como se le concedía el primer premio al traje folklórico de entre más de ciento veinte grupos de todo el mundo. Por algo será. Lo más importante porque toda Extremadura lo ha hecho suyo, y lo luce con orgullo y prestancia.
    Después de Asturias, necesito una escapadita por allí. Que tengo mono de Cáceres, de Guadalupe, de migas, de vino de pitarra, sopa de tomate y jamón de dehesa. No solo de folklore vive el hombre, auqnue yo viva de él y casi por y para. Ea, las cosas son asín...

7 comentarios:

  1. Creo que es menester hacer un trazado de ruta geográfico - turístico - folclórico - gastronómica. Esto lo está pidiendo a gritos. Vale, empezamos en Albacete y después vemos por dónde seguimos. Tengo dos semanas sin comprometer. Tú solo tienes que decir: Ea. Y voy. Al fin del mundo. Solo sílbame. Y ya si me tocas las palmas para qué queremos más. Nos retrataremos con los trajes regionales de los puntos estratégicos de la ruta. Qué bonicos.

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  2. ¡Lo dificil que debe ser bailar sin que se caiga ese pedazo sombrero de la cabeza!

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  3. Te has dado cuenta la similitud de los trajes extremeños e incluso toledanos de la zona de la Vera con los trajes tipicos peruanos y de esa zona latinoamericana? se parecen en colorido y casi en los motivos bordados.

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  4. Madre mía me pongo yo eso en la cabeza y me voy directa al suelo....tienen su mérito....jomío...
    La Polo

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  5. Lo que tienen que soportar las pobres, para conservar el tipismo y lo popular!.
    lo bueno siempre cuesta!.Conservar las tradiciones es pasar sacrificios y muchas incomodidades, pero a la larga merece la pena, pasar por ellas.

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  6. En Caceres!. todo es posible. Hasta soportar con elegancia ese precioso y no menos original tocado.

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  7. Es de las cosas más "raras" del folklore español.
    Pepi

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