Refresca la noche. Aunque el día ha sido caluroso, como son los días que preludian la fiesta de San Pedro, ya aquí mismo. Pues eso, que esta noche corre la brisa, como si el cielo de estrellas hubiese hecho de abanico nocturno para mitigar el sol que ya abrasa, agota y casi agobia.
El abanico es uno de esos objetos imprescindibles en una casa, en un bolso, en un cajón. Un regalo socorrido siempre, para madres, abuelas y amigas. Madera y tela para dar aire, para hacer el ruido característico, de abre y cierra, de golpes sobre el pecho. Abaniqueras de cristal, a modo de pequeñas hornacinas donde guardar reliquias de familia, pintadas a mano, con carey, con nácar, con finas varillas, labradas y estofadas.
Abanicos pequeños de hombre, tan poco vistos y casi mal idem. Abanicos pericones, extra grandes, para el baile por caracoles o alegrías de Cádiz, una de las cunas de la artesanía abaniquera, junto con Valencia. Abanicos de encaje, recordando a Goya para las majas que bailaban tiranas y panaderos. Damas del pay pay, madamas más bien, con soplos de aire con sabor a puerto, noche intensa y vacío tras las persianas. Contraseñas de mensaje:
Abanicarse rápidamente. Te amo con intensidad.
cierra el abanico tocándose los ojos quiere decir, "Cuando te puedo ver".
Cubrirse la cara con el abanico abierto, significa: Sígueme cuando me vaya
Apoyar el abanico a medio abrir sobre los labios quiere decir "Puede besarme"
Interesante ¿verdad? Los abanicos son un universo que se abre y se cierra, que sirve y adorna, que da un soplo de frescura o te deja con el mismo sudor. Abanicarse es un verbo y casi un arte. Y yo necesito arte, siempre, y aire, casi siempre, fresco y verdadero, que a veces el calor es como un infierno, sin diablo, pero si con muchos demonios, algunos de ellos humanos.
En dos días nos vemos. Estoy deseando. Gracias por vuestro tiempo, por pensar que soy merecedor del mismo, no todo el mundo piensa lo mismo, desde luego. Ya huelo a cerveza fría, risas, y un poco de nostalgia antes de empezar.
Y eso lo habrás escrito así, sin pensarlo mucho. ¡Vaya si necesitas arte! Y es que lo gastas más y mejor que muchos. Lo derrochas, diría.
ResponderEliminarBesicos.
Abanicos de la abuela, con olor a perfume,¡¡¡qué recuerdos de veraneo!!! Y mi abuelo indicándome cómo se abanican los hombres: abanico pequeño, cerca de la cara, lentamente...a mi se me escapaba el abanicarme "a la maruja", con golpes en el pecho y juego de abre y cierra...ay!
ResponderEliminarLluís-Lutxo
¡Ahí me has dao! Lo que me gustan los abanicos. Tengo un cajón lleno de ellos. Y... en mi casa, por todas partes. No aguanto mucho el aire acondicionado. Tengo abanicos en la mesilla de noche, en la mesa de la tele, al lado del ordenador, en mi despacho, en el bolso... Además los voy perdiendo por ahí. Por eso los llevo de "a tres leuros", para que no me dé pena.
ResponderEliminarLos buenos, los guardo para las ocasiones... y para ir a misa.
Pepi
Ay, Pepi mía (que no sabía que eras tú, flor), lo tiene que dar el nombre, que a mí me chiflan y también los voy repartiendo a lo largo y ancho de este mundo. Mira que son útiles. El último lo perdí en India. Y además como tengo una edad muy mala soy, más que usuaria, abusadora del abanico.
ResponderEliminarLo mejor para el metro o para el autobús, oiga usted, cuando va lleno de gente y el aire acondicionado no puede refrescar tanta humanidad a la vez. Es un respiro de vida.
Y me gusta combinarlos con algo si puede ser (antes muerta que sencilla). Me da igual que sean buenos o no, solo me fijo en que me gusten los colores y el dibujito. Eso sí, plástico jamás, por favor. Cuanto más alegres, mejor. Y tan airosa que voy.
Me da risa acordarme del ruido que hacen algunas al abanicarse, al dar con abanico en el pecho "plas, plas, plas, plas" mientras sientan cátedra opinando sobre algún mortal o miran a un lado y a otro esperando que pase aquel a quien cortar un traje.
Buen y airoso día
No sabía que en Cádiz también fabricaban abanicos. En Valéncia, la cuna es la población de Aldaya. Aun existen artesanos que los fabrican manualmente, con escasa maquinaria. Me han restaurado dos abanicos antiguos que heredé de mi madre (eran de mi abuela) y no se nota para nada la rotura de la varilla o la del país. Benditas manos.
ResponderEliminarDe mil colores y de mil formas, son los abanicos y dan aire fresco, que es el que necesitamos de vez en cuando!.
ResponderEliminarRecuerdo un San Juan en Alicante, que me regalaron un abanico de hombre en blanco y firmado por los compañeros de trabajo!. fue mi primer abanico y por cierto lo guardo de recuerdo.
En casa guardamos una colección de ellos y son preciosos todos.
Buen día, Temple.....
me encantan los abanicos!! en verano siempre llevo uno en el bolso, pero el más bonito que tengo es el que me regaló mi abuela Encarna, y que se lo compró mi abuelo cuando vino a la feria y eran novios....es chulisimo....claro que es lo único que heredé de ella, aparte de mi nombre tan horroroso, algo de mala leche, aaaaaaahhh y unos pendientes de oro por llamarme como ella.....tendría remordimientos....
ResponderEliminarLa Polo