lunes, 14 de enero de 2013

EL CONDE LUCANOR

Pensaba yo hace un rato, que siendo éste un blog literario, casi nunca hablo de literatura. Y mira que de siempre me ha gustado, leer, los famosos comentarios de texto, las recensiones de libros etc...y de los pocos sobresalientes de aquel BUP tan lejano, uno fue en esta materia.
  Pues eso, que debo leer más. Libros, me refiero. Que no sean de semana santa, arte o folklore, pero es que cada uno barre para lo suyo. Prometo, en el paquete de buenas intenciones para este año, ponerme a leer más, novelas, ensayos, y releer aquellos libros que formaron parte de mi última infancia y primera juventud.
     Uno de ellos fue el que titula mi post de hoy. En mi último año de colegio, El Conde Lucanor se convirtió en un compañero imprescindible, porque aparte de ser materia de examen, también sirvió para mi primera y única incursión en el mundo del teatro.
   Y es que hay profesores que nos dejan huella. Buena, me refiero, que malas también, pero esas se olvidan. Y mi maestra de prácticas, Charo, una apasionada del arte de Talía, nos embarcó en una dramatización de cuatro cuentos de esta importante obra medieval. Y así durante meses, fuimos ensayando la historia de Doña Truhana, que más tarde sería el famoso cuento de la lechera, o el de los burladores del paño, la historia de aquel rey presuntuoso que desnudo recorre las calles mientras los súbditos niegan la evidencia hasta que alguien dice la verdad y se demuestra la evidencia. O la del mozo que casó con mujer brava, la historia de la fierecilla domada. Pero sobre todo aquella del padre y el hijo que con un burrillo, se sube uno, el otro, los dos o ninguno, y en todos los casos reciben críticas.
    A ver si adivináis en cual salía yo jejeje Pero uno no es muy buen actor, y en eso se quedó mi experiencia en las tablas. Ya nunca más me metí en más piel que en la mía, con sus altos y bajones, y no viví otras historias ni personajes, salvo las propias y mi propio rol.
    Cuentos ejemplarizantes, con moraleja. Y muy vigentes aún, en la mayoría de casos. Sobre todo el hilo conductor del mismo, los consejos que el conde pide a su fiel criado Patronio. Porque es necesario a veces pedir consejo, y siempre, siempre, tener buenos consejeros.
     Vuelvo a la literatura. Vuelvo al medievo. Yo que no llegué a actor, ni a escritor, ni a profesor de literatura, que mira que me habría gustado...creo que no llegué a casi ningún lado, porque he querido llegar a todo, y ya se sabe: aprendiz de mucho, maestro de nada!

9 comentarios:

  1. No llegaste actor, pero eres un artista en todo lo que tocas.

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  3. me encantan tus post.. es como si te tuviera delante y me lo estuvieras contando y no me canso nunca de tus historias, tía..
    besos y a empezar con energía la semana, eh?

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  4. Pues yo no podía con el librico, ea, que me costó la leche leerlo, hacer el comentario y todo lo demás, creo que nadie se ha librado de leérselo en el colegio, afortunadamente hoy leo lo que me da la gana, no hay cosa peor que lecturas impuestas....como el Quijote, que a mi dirán lo que quieran, pero es un tostón de mucho cuidao....se ve que no soy nada culta....ea....

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  5. Para ser "maestro de nada" somos muchos, muchísimos, los que hemos aprendido contigo. No serás profesor en un instituto, pero basta una conversación contigo tomando un café para volver a casa sabiendo algo nuevo.
    Qué suerte haber tenido buenos profesores de literatura. Yo no puedo decir lo mismo; apenas nos obligaron a leer literatura clásica. Los pocos libros que leímos eran novelitas actuales sin ningún interés. Debía de parecerles que El Quijote o El Cantar de Mío Cid eran una cosa carca y antipedagógica. Me encantará seguir tus incursiones por el mundo de la literatura. Un abrazo.

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  6. En mi casa estamos con él y sorprende lo actual que es, animo a todos a leerlo. ¡Feliz semana!!!

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  7. ¿Salías en Doña Truhana? Por lo del cuento de la lechera, que mira que te gusta a tí imaginar y "llegar a todo" y no te das cuenta de que "llegas", no a todo, pero sí a todos, a todos los que te conocemos (mucho o poco) pero nos llegas, truhan...

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  8. Toda la vida estudiando y sigo siendo aprendiza. Y toda la vida viviendo y sigo siendo aprendiza. ¿Alguna vez llegamos a ser maestros?. Prefiero seguir aprendiendo. Eso sí, de lo que aprendo mis amigos sois los maestros. Juancar, gracias por enseñarme. Gracias, maestro.

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  9. ¡Que recuerdos! creo que leí este libro cuando tenía 10 años.
    Pepi

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