Es de esas novelas que las vi primero en imágenes, en aquellas novelas en blanco y negro de Rtve, cuando solo había un canal, porque en Albacete no se veía el WHF aún. Recuerdo el soniquete de la música de cabecera, aires leoneses que quedaron en el disco duro de esta cabeza dura, tan a veces. Años después la leí, porque me picó la curiosidad.
Es una novela costumbrista y social. Casi feminista diría yo, en la que Concha Espina, una escritora no lo suficientemente reconocida en este país tan dado a maltratar a sus artistas y literatos, describe el oscuro mundo de las mujeres de esta comarca leonesa, tan especial, tan distinta, una especie de "amish" castellanos, con un folklore y etnografía peculiar, como descendientes de aquellos "moros gatos" de donde proviene su denominación. Moros que conservaron en cristianos, el calzón bombacho de sus antepasados, caso único en España, salvo el caso mallorquín.
En 1.914, la escritora hace un repaso de aquellos pueblos que visitó en vivo y de donde tuvo la inspiración para su libro. Tiempos de emigraciones, de miserias, en eso no hemos cambiado tanto en un siglo, y de mujeres sometidas a la iglesia y a matrimonios de conveniencia, aspecto en el que por suerte si se ha mejorado y bastante, en ocasiones haciendo un giro de 360º no siempre con buenos resultados y planteamientos.
Concha Espina fue tres veces candidata al Premio Nobel, en una de ellas no lo logró por un solo voto. Y por su condición de mujer no pudo optar a una de las sillas de la Real Academia, a pesar de ganar el premio de la misma por esta novela mencionada.
Realismo. Costumbrismo. Lucha, resignación. Una gran obra, desconocida como tantas otras. Me recuerda la noche a un capítulo de fríos invernales, parecido a los de esta tierra, donde hay días en los que ni el sol puede brillas porque lo para el gélido aire, que a veces nos vuelve locos, y marea, como a la protagonista, se le paran las manecillas del reloj que ella pone en marcha, para revivir pasados latidos, que dolían en su pecho, y que evocaban más felices momentos.
Una nueva semana. El domingo se nos escapó con sanantones atrasados y sansebastianes perdidos. Puede que nos visite el algodón helado de la nieve que bloquea carreteras y aceras, y nos invita a la contemplación tras la ventana, como un escudo, como un refugio, como una defensa.
Buen día, y no olvidar, leer un poquito por lo menos. Yo voy a abrir mi libro antes de que el sueño, si es que mis cuitas me dejan, me visite.
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ResponderEliminarNo conocía este libro. Parece interesante, como interesantes son los maragatos. Has despertado mi curiosidad, así que voy a leer alguna cosilla sobre el asunto en internet. Un saludo.
ResponderEliminarEn una etapa de mi vida frecuenté las gentes y la zona maragata. Creo que la particularidad de esta gente se debe al aislamiento de los minúsculos núcleos urbanos y a la dificultad de la subsistencia por los escasos recursos de los campos, que marca el carácter seco. Impresionante el paisaje de la sierra y, como no, el cocido maragato. Eso sí, con un tuperwarren, por favor, y un almax.
ResponderEliminarNi idea del libro, pero si lo recomiendas lo leeré a ver que tal, estas muchismo culto, jomío.....
ResponderEliminarLa Polo
Concha Espina.
ResponderEliminarEscritora y por ser mujer de aquella época, no llego a ser reconocida justamente..
Recuerdo que en mi adolescencia leí el libro, este y alguna que otra serie de TV.