Seguimos con el rincón literario de los lunes. Por el momento. Y hoy con una obra maestra, una novela avanzada a su época, que sufrió las mil y una censuras. Porque en aquellos duros años de la dura posguerra no era muy cómodo retratar la realidad de la miseria, la venganza y la hipocresía. La he leído y la he visto en cine, una de las mejores películas corales de la historia del cine español, varias veces en ambos ámbitos. Y siempre me sorprende el conglomerado de retratos de los numerosos personajes que en ella aparecen, donde se muestran lo mejor y lo peor de la condición humana.
Martín Marco, el personaje omnipresente que no protagonista, representa la debilidad del vencido, del desahuciado que tiene que dormir de caridad en la cama recalentada de un prostíbulo, y que solo puede tener un rato de expansión en la tertulia literaria de aquel café antiguo, como tantos otros perdidos de Madrid, donde no había ni para un café, y si para unos bolsillos vacíos.
La colmena es una novela de carácter testimonial que refleja con verosimilitud la realidad del momento. En ella Cela documenta la España de los primeros años 40 con sus secuelas de pobreza, miseria, desigualdades sociales, explotación, hipocresía y represión sexual. Estos aspectos tan bien reflejados en la obra eran los que la prensa y la literatura oficial de la época trataban de ocultar. Hay, además en Cela, un deliberado propósito de escandalizar al lector mediante la reiteración de situaciones en las que la violencia, el sexo en todas sus manifestaciones, la miseria, se entrelazan de forma inseparable. Es cierto que Cela se recrea en los aspectos más sórdidos de la realidad. Por ello, la obra hubo de ser publicada en Buenos Aires en 1951.
Todos somos abejas de una gigantesca colmena. Muy pocos reinas, demasiados zánganos y muchas obreras. En estos tiempos de crisis, tras las vacas gordas ficticias que vivimos, toca volver la vista atrás a esos tiempos de penurias, revanchas e hipocresías. Cosas que aún hoy tenemos presentes, lamentablemente, porque tal vez van unidas consustancialmente al ser humano. Con sus grandezas y más numerosas bajezas. Yo, esta noche, me siento un poco Martín Marco, vagando por las pantallas de la noche, sin rumbo, aguardando el calor de una cama, que aunque mía, se me antoja prestada, y fría, y vacía. Y esperando que sea mañana, y la mañana:
«La mañana sube, poco a poco, trepando como un gusano por los corazones de los hombres y de las mujeres de la ciudad; golpeando, casi con mimo, sobre los mirares recién despiertos, esos mirares que jamás descubren horizontes nuevos, paisajes nuevos, nuevas decoraciones.
La mañana, esa mañana eternamente repetida, juega un poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad, ese sepulcro, esa cucaña, esa colmena...»
La Colmena.
ResponderEliminarObra de miserias, venganza e hipocresía.
Las de aquellos años y en los que andamos.
Estás demasiado clásico, sinceramente me la leí pero ni me acuerdo,estos son otros de los libros de lectura obligatoria en el insti, que no te digo yo que esté mal, pero a ver si nos vamos modernizando y vamos poniendo libros más actuales, sarraceno....
ResponderEliminarEl próximo lunes: El Cantar del Mio Cid......jajajajaja....es broma....
La Polo
A ver, te comento: que no me gusta la colmena, me da un mal rollo que pá qué, que Cela me da grima, valiente impresentable que era el hombre. Pues eso, que me agobia. Eso sí, estoy contigo en que "demasiados zánganos". Besicos
ResponderEliminarA mi tampoco me gustan ni La Colmena ni Cela.
ResponderEliminarEstoy con Meriyou
Pepi