lunes, 19 de agosto de 2013

ENCIERROS

Se nos escapa agosto. Las fiestas veraniegas van cerrando sus programas, ya solamente San Bartolomé y alguna devoción local, hasta que para el día más grande el año, el 8 de septiembre, vuelva a bullir la provincia en patronas y festejos.
    En toda la sierra albaceteña, la fiesta gira en torno al toro. A unos encierros al estilo pamplonés, pero más castizos, más familiares. Unas fiestas se encadenan con otras creando un calendario ininterrumpido, de forma que no se solapen y se pueda hacer la ruta de todos los municipios.
  La verdad es que nunca he vivido los encierros. No por falta de gente amiga que los viven con intensidad, con emoción, que gritan cuando oyen su diana, y que como me dicen "puede faltar para todo pero para los toros no", y es esa sensación que ya tienen desde la cuna, el ver el toro en la calle.
   Tipismo en las calles en cuesta de Molinicos, Liétor, Bogarra, Riópar, Ayna, Elche...las gentes vibran en esta fiesta única, donde al toro no se le ensoga ni se le prende fuego, como en otros sitios. Noches de un verano que ya refresca mientras languidece, con los amaneceres que preludian la carrera de adrenalina, riesgo y sobre todo, tradición.
    Correr delante del toro...como yo, que corro delante de los novillos de mis miedos, del tiempo, que es un toro negro que todo lo rompe y fulmina. En esa carrera con tropiezos, esperando esquivar la cornada, que al menos sea leve, y que al final, esos ratos de incertidumbre, pasión y terror den paso a la calma en el alma, y en el cuerpo ya agotado, ya trabajoso.
          Toros y pan. Y cerveza fría. Malo es andar entre cuernos. Solo me gusta el cuerno de la abundancia, de la prosperidad. Los otros cuanto más lejos mejor, que todos hemos tenido en mayor o menor medida, nuestra ración de astas no deseadas ni merecidas. Sigue el verano, se abren los corrales, el pie empieza a moverse rápido intentando coordinarse con el ojo, para que la vista, y sobre todo el instinto, no engañe y pueda librarse de heridas y cornadas. Aunque más da el hambre.

5 comentarios:

  1. No me gustan ni una pizca, ni media. En la Comunidad Valenciana, ni te cuento la afición que hay a jugarse la vida por no sé qué concepto. Hay tradiciones que no entiendo ni entenderé. Aún recuerdo con taquicardia un día laborable de julio del año pasado:enfermé de un virus estomacal, con dolores de retorcerse. Apenas podía ponerme erguida para andar pero como estaba sola en casa tuve que coger el coche y bajar al consultorio de Náquera a primera hora de la mañana. La policia no me dejó llegar. Tuve que dejar el coche en ca Dios e ir andando encogida del dolor porque habían cortado las calles para el "toro de cuerda" (ensogado) ¡Justo en el camino al consultorio! Otro policia me dijo que tenía que atravesar la calle con las barreras pero que tuviera cuidado porque el toro andaba cerca...¡! No me lo podía creer. Maldiciendo en arameo y acordándome del día en que nacieron algunos del Excelentísimo Ayuntamiento y los de las "peñas taurinas" locales y oyendo "¡Que viene, que viene!" me arrastré hasta el médico por aquella calle. El pobre doctor, que venía detrás de mí a abrir la consulta, estaba descompuesto. Entró hecho un manojo de nervios y colorao como un tomate preguntando cómo se puede ser tan burro para hacer algo así. Tampoco entiendo lo del toro embolao con fuego. Me imagino cómo debe acabar el toro con eso ardiendo y goteando encima de la cabeza. Pero a lo largo de los años de acudir a fiestas de pueblos he visto gente quemada, incluso amigos mios.
    ¡Y luego te multan por llevar fundido un solo faro del coche! Y por supuesto, los niños bien amarrados a su silla homologada y con todos los certificados de control de calidad en el coche, que ya se haran mayores y se matarán delante de un toro. Y los encierros de San Fermin, sin aforo limitado, con una calle en la que puede entrar todo el que quiera, aunque no quepan. Pero nosotros en la pequeña carpa que ponemos en fallas, tenemos que poner salida de emergencia y luces de lo mismo y no sé cuántos requisitos más o te la clausuran. Este pais es Alemania para unas cosas y la España profunda, más bien abisal, para otras. ¡Bienvenidos a Alemaña!

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  2. pues no ne gustan ni los toros, ni los encierros....pero tampoco estoy en contra....haya cada cual.....a mi no me dice nada ver como maltratan a un animal...pero en fin....si me pierdo, no me busquéis en los toros...
    La Polo

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  3. ¡Los encierros!
    deberían de ser solo, para los impresentables y malas personas, lo demás encierros, lo dejo en tradiciones y en raíces de los pueblos.-
    No somos nadie, para cambiar a estas alturas nada de lo que se lleva haciendo años y años.
    estoy totalmente en desacuerdo en el mal trato a los animales. Lo que se deberían; es tomar manos en el asunto en los caso del maltrato en encierros etc. etc. etc.
    No somo nadie para cambiar las tradiciones y las raíces de los pueblos.
    Con respeto, tolerancia, organización y sabiendo hacer las cosas, todo, es políticamente correcto.
    Respeto, toda opinión y razón.

    Felices vacaciones.Temple

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  4. ¿Quién dice que los encierros duran un minuto o si acaso dos? Para ver encierros que duran tooooda una mañana hay que ir a Peñas de San Pedro en sus fiestas en honor del Cristo del Sahuco. Las vaquillas y toros son soltados en la Plaza del Ayuntamiento y bajan, supuestamente, hasta la plaza de Toros... pues bien, hasta ahí todo normal. Lo sorprendente es que al final de la calle hay una compuerta y para alargar el festejo y disfrutar del día en cuestión, cuando el toro se aproxima se cierra y otra vez para arriba y así hasta que entienden que es la hora de comer y que no basta con la cervecita y los langostinos hervidos sobre plato de plástico que llevan los peñeros como el que come pipas... entonces ante el rugir del estómago se abren las compuertas y el encierro puede finalizar en la plaza. Cuanto menos curioso. Alfonso

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  5. ¿Quién dice que los encierros duran un minuto o si acaso dos? Para ver encierros que duran tooooda una mañana hay que ir a Peñas de San Pedro en sus fiestas en honor del Cristo del Sahuco. Las vaquillas y toros son soltados en la Plaza del Ayuntamiento y bajan, supuestamente, hasta la plaza de Toros... pues bien, hasta ahí todo normal. Lo sorprendente es que al final de la calle hay una compuerta y para alargar el festejo y disfrutar del día en cuestión, cuando el toro se aproxima se cierra y otra vez para arriba y así hasta que entienden que es la hora de comer y que no basta con la cervecita y los langostinos hervidos sobre plato de plástico que llevan los peñeros como el que come pipas... entonces ante el rugir del estómago se abren las compuertas y el encierro puede finalizar en la plaza. Cuanto menos curioso. Alfonso

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