Con romero y tomate. Una de las tradiciones culinarias de la tierra albasitense llega con el final de abril, en el paseo de la feria que se llena de chiringuitos y tascas, donde a diario, los nativos y visitantes nos lanzamos al deporte de succionar los habitantes del caparazón cocinado.
Me gustan los caracoles. Recuerdo cuando mi madre los hacía en su temporada, en aquellas ollas grandes, después de horas de limpieza y cocción. Servidor no tenía hartura, y es que es un placer su degustación, y aún hoy lo sigue siendo.
Hoy ha sido un día de invierno, poco acorde con las tardes de tasca soleadas y casi veraniegas. Pero el año pasado, por ir dejándolo me quedé sin probarlos, y a pesar de la lluvia y el fresco, me he decidido a una velada de charla y chuperreteo con cerveza fresca, y otras viandas características de estos sitios, todo fibra, nada de colesterol jeje...
Prefiero los caracoles pequeños. Los grandes tal vez mejor para aderezar los arroces y los gazpachos. Aunque se agradece tropezar con alguno oscuro y adulto en medio del plato. Y el placer de hacer un barco en el caldo, en la salsa, que en cada sitio, en cada familia es distinto, es sabroso, es sugerente.
Caracoles. Caracol los cuernos al sol...¿es carne o pescado? no estoy yo hoy para dicotomías filosóficas, porque después de su ingesta y la de la cebada fermentada como que no. Espero no ser la última vez que me los coma, con buena gente y cerveza fresca.
Caracoles de la feria, caracoles!!
estan buenisimos, a mi me gustan con la salsita, en la paella... de muchas formas, es un molusco que me gusta en si :-) y como me gusta burro grande ande o no ande, los caracoles igual ;-)
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