Me apetece dulce. Y me siento dulce, yo que a veces parezco más agrio que el vinagre. Pero que hoy toca repostería, de la tradicional, de la de mi historia, de la de mis recuerdos. De las pocas cosas que me gustan del pueblo de mis padres, al que por desgracia tan poco apego tengo...
Las soletillas. Esa galleta ovalada pegada al papel, que por papeles se compra: " dame dos papeles de soletillas"; uno de los dulces abizcochados más sabrosos que conozco, y que me retrotraen a tardes de invierno, con un chocolate caliente, a la calle de la Plaza, a los cuentos y consejos de una abuela, a las idas y venidas a comprarlas al horno de Paco o de Perales. Soletillas suena a hijas del sol, de ese sol que estos días nos esquiva y se envuelve en helor y viento.
Los sequillos. Yo que a veces soy tan seco, según dicen...Pero me encantan estas pastas crujientes, coronadas de esas claras batidas y solidificadas, sobre la base de huevo, harina y raspadura de limón, siempre imprescindible. Los sequillos se rompen y deshacen en la boca, y no son para mojar como las soletillas, sino para paladear, para saborear pero en seco, como su nombre indica. Los hay también por Jumilla, pero me quedo con los del pueblo, que que pena no sepan explotarlos más, porque temblarían los miguelitos, y por eso hasta semana santa no los hacen, y no podré invitaros a probarlos.
Ya es miércoles. En estos tiempos de semanas de doce días laborables, esperando tener días de treinta horas y semanas de nueve, porque siempre es el tiempo el que me coarta y escapa. Pero hoy es miércoles y quiero endulzar-me-os, ayy, y que sea lo que Dios quiera!
Pues come dulce, los dulces no engordan. Engordan los que se lo comen.
ResponderEliminarBuen día
Si me das a elegir, me quedo con las soletillas, los sequillos, a pesar de ser muy de nuestra tierra, no les veo yo la gracia, ea....prefiero unas soletillas para mojarlas el leche, o en vino y azúcar como hacía mi abuela...
ResponderEliminarLa Polo