Yo soy de los que sueña con la semana santa todo el año, y casi más que nunca, en los pasados días navideños, que no son mis preferidos, y que dicen que aún se prolongarán hasta San Antón.
Y es que voy quitando hojas al calendario que nos lleve hasta abril y una nueva semana santa, semana de pasión. Y por eso hoy escribo de PASIÓN, así con mayúsculas, que es como Sevilla y el mundo conoce la sublime talla de Martínez Montañés, ese Jesús Nazareno con la cruz al hombro, del que dice la leyenda, que el escultor al terminarla dijo:"solo le falta hablar".
Y es que hoy viernes comienza la novena al Señor de la Pasión. En Sevilla ya empezó la Semana Santa el día primero de enero, con los cultos al Gran Poder, el cristo de mis devociones e íntimas peticiones. Casi solapándose en el tiempo, el Nazareno de Pasión preside el altar mayor de la Colegiata del Salvador, la otra catedral sevillana, para recibir el fervor secular de sus hermanos y devotos.
Pasión impacta, impresiona. Aúna arte y unción. Es el broche de oro de cada jueves santo, en su paso de plata, tan insólito para un cristo, y que es joya y maravilla de la orfebrería barroca. Yo lo vi subir al paso vísperas de este jueves único, yo lo vi salir desde dentro de las naves y bóvedas de la parroquia mayor en sobrecogedor silencio, y yo lo vi mojarse un infausto jueves santo pasado por agua... Siempre que puedo voy a verlo a su capilla Sacramental, donde la Virgen de la Merced lo acompaña, con su impresionante hechura, con su majestuosidad, con su empaque. Y a espaldas de su altar, la Plaza del Pan, plaza de Jesús de la Pasión, ágora de joyeros y plateros, donde no me importaría un día irme a vivir y ver amanecer, tan cerca de Él y de mi querida plaza de la Alfalfa.
Señorío. Como dice la canción del mismo titulo que lo nombra: "el clavel en la peana de Jesús de la Pasión, eso si que es señorío" Me vienen añoranzas de Sevilla, ahora que tengo aún Granada en mi retina y mi nostalgia cordobesa permanente.
Que el Señor de la Pasión os-nos de la salud y el apasionamiento necesario para un nuevo día, con el menor padecimiento posible. Y que pronto nos veamos en la plaza del Salvador alrededor de una cerveza bien fría y un plato de aceitunas aliñadas de esas gordas, especiales que allí saben como en ningún otro sitio.
Tantas leyendas sobre el gran maestro cuentan en relación a está maravillosa obra del barroco que no sabría con cual quedarme, pero lo que sí se me quedó grabado de una de ellas es que el gran maestro del barroco sevillano y ya de avanzada edad, hacia que le sacaste su sillón frailes a la calle para poder ver caminar a su Cristo Nazareno por las calles de Sevilla...no hay más que hablar ya estaba todo dicho...
ResponderEliminar¡que alegría tenerte por aquí de nuevo Higinio! un abrazo
ResponderEliminarEs impresionante,espero ir a Sevilla alguna Semana Santa.
ResponderEliminarNosotros estuvimos el año pasado en el Salvador, el último día de la novena al Señor de Pasión. Incienso, solemnidad, respeto, silencio, unción, tantos sentimientos encerrados en aquel lugar, donde Cofradía se vive todo el año. La banda de la Macarena ensayaba en el jardín que hay frente al Templo de la Señora de Sevilla. En las calles, en enero, en Sevilla, ya se huele a incienso.
ResponderEliminarLo dicho!.... Deseando que naciera, para volver a crucificarlo y matarlo.
ResponderEliminar¡como somos!.....
Buen día.
Leyendas y mas leyendas......
ResponderEliminar¿Serán verdad?
Una vez hubo una hermana de Pasión muy echá pa´alante, y quería ver más de lo que debía.En una ocasión,en la cual estaban vistiendo al Señor, esta mujer entró y vió que lo que no debía de ver…
Y cuentan que esta mujer fué perdiendo la vista hasta quedar ciega completamente.
Si fisicamente se quedó ciega o más bien esta expresión se atribuye a ceguera espiritual, por ser tan curiosa, eso se deja a la imaginación del lector.
Otra leyenda sobre el proceso de tallaje del Cristo de la Pasión:
Cuenta la leyenda que tan real y hermosa le parecía al genial escultor Martínez Montañés, su Cristo Señor de la Pasión,que cuando se hallaba en pleno proceso de ejecución, con las escofinas, llegó un momento en que se quedó extasiado, cogió un martillo y lo golpeó, a la misma vez que le ordenó:
-¡Habla!, y este le habló.
Desde entonces se le conoce al escultor como "el hombre que habló con Dios".
Siempre, me gustó su Señorío y cada día me gusta más su poderío!.
ResponderEliminarLo que cuenta "Dolor Calmado" acerca del golpe del martillo en el pie se corresponde con Miguel Angel, el cual cuenta le leyenda, que al terminar de escupir al Moises, lo vió tan perfecto que dijo que solo le faltaba hablar y golpeó con su martillo el pie. Pero no Martínez Montañes con Jesús de la Pasión.
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