UTOPIAS

                       No es el tiempo para ser utópico. Ni siquiera para los que nos dejamos llevar por la imaginación, por la escritura, por los sueños. La edad avanza y te enfrenta con lo que hay; porque vas acumulando y asumiendo de peor o mejor forma las realidades y los desatinos que se te hacen en el mundo, en tu mundo particular. Y una extraña sensación de no llegar nunca no se sabe adonde, de no ganar, como España que nunca gana Eurovisión, así me siento que me es vedado siquiera un minúsculo triunfo en algo o en alguien.
       Mientras los indignados revolucionan la actualidad, yo hago repaso de mis sucesivas caídas de mis propias utopías. Desde el derrumbe que supone saber lo de los Reyes Magos, hasta ese día en que nos metieron en la Otan de aquella manera, o cuando esfuerzos e implicación no supusieron un reconocimiento o un premio. Y mira que he sido siempre de los que pensaba que todo el mundo era bueno, porque hay cosas que como yo soy incapaz de hacer la gente también y ahí me situé en el precipicio de un abismo en forma de bofetón y  brusco despertar.
    Hoy también me siento indignado, pero de tiempo al constatar lo duro y complicado que es todo. Sólo espero que el valor fundamental sea la TOLERANCIA que a veces se me antoja utópica, porque yo soy de los que tengo amigos-as de toda forma de ser y pensar, y eso me llena y me enorgullece, etnológicos incluidos.
    Pero ya no me quedan utopías. Tan sólo en el subconsciente que me llevará a nuevos sueños que ya ni serán recordados. Mientras sigue el cielo gris y el ambiente fresco, con charcos en el suelo.