PERDIDOS, VACIOS Y FESTIVOS

                No puedo perder más. Aunque más se perdió en Cuba, pero es cierto que tengo la sensación de haber perdido demasiadas cosas, demasiado tiempo y de estar muy perdido. Todos los años por estas fechas acabo mi curso, mi temporada y me encomiendo a un propósito de enmienda, con ilusión y ansia de barrer todo lo que hay en mi vida, que me es molesto, desilusionante y agobiante. Tal vez sean estas trasnochadas veraniegas, en este inusual estío, de suaves noches y ventanas cerradas, las que ejercitan mi pensamiento y mis ideas, que a veces, por otra parte, me pareciesen solo entelequias, solo abstracciones.
       
         Se empieza a despoblar la albasitense villa. Ya no tengo ni donde tomarme el café matutino y sufro un exilio de paladares y hábitos. Me acompañan las solitarias comidas y sobremesas sobre mi mesa, amurallada con lápices, cartulinas, pergaminos y rotuladores, que esperan mi momento de decisión y victoria sobre la pereza, y poder grabarlas, crearlas y recrearlas. Nunca tengo sensación de verano, ni de vacación, es siempre lo mismo, un día mas, un día menos, tú feliz y yo...

         Pasó San Pedro Ad-Víncula ¡que recuerdos de Roma! y la Porciúncula de los Angeles ¡que ganas de ir a Asís! Se despliega el abanico de fiestas, patronas y romerías. Y sigo sin saber donde encaminar mis pasos, ni para qué hacer mi maleta, porque me falta un destino, a pesar del mucho camino recorrido. De agosto a agosto, de una punta a otra y como que ya me huele a feria y a otoño.