Lo siento, yo soy del belén. Pero radical. Aunque fui también del árbol en mis primeros años de tierno infante. Cuando nací, en mi casa había un belén de figuras de barro, que parece ser decapité y mutilé en su gran mayoría, por mi temprana afición a las procesiones. Y sobre los ocho años, me regalaron un árbol de aquellos de plástico verde que se plegaba y guardaba durante todo el año,en una caja de cartón, como si fuera un riel de cortina o algo así. Durante unos años me fascinó este totem anglosajón, cuajado de colorines, bolas, luces, papas noeles que nunca llegaron a convencerme, campanitas de plástico (todo plástico agggg) y aquellas figuritas de chocolate que tan poco tiempo duraban colgadas en aquel árbol, que cada año perdía hojas de aquellas hojarascas sintéticas, en forma de espumillón verde.
Y es que me ha pasado como con las tostadas, que de niño rechazaba las de pan con aceite y estaba abducido por las del dichoso Tulipán (cuato daño ha hacho la publicidad a veces), que ahora creo que sería incapaz de comerme. Me declaro enemigo de esta costumbre navideña importada, como de los jalogüines, papasnoeles y chorradas varias. Donde esté un belén que se quite todo árbol por muy hermoso que sea, que no le veo yo la gracia ni el arte, ni la creatividad. Anda que vaya manera de celebrar la navidad sin un niñico Jesús siquiera. Claro para eso son protestantes y casi paganos...yo me declaro talibán de los nacimientos y belenes completos, si son napolitanos de figuras de vestir mejor que mejor, sino con uno de barro de esos murcianos preciosos me conformo.
Enfin...pero tendré que superar esta invasión de abetos y pinos que decoran y pululan por calles, plazas y locales de todo tipo. Mientras, seguiré absorto la contemplación de los belenes, que tan magistralmente y con tanto cariño elaboran algunos amigos y además templetilleros. Porque tal vez sea la única cosa que me guste de estas fiestas que ya están aquí, y que casi no se ni como han venido. Tal vez porque el tiempo no corre sino vuela. Y ya es jueves, en nada sábado de cenas y fiestas y esa lotería que nunca me tocará.
Y si ponéis un árbol natural no olvidéis replantarlo o me enfadaré. Pero mejor un misterio de la natividad, tan bonico, y siempre con mula y buey, que aquello lo dijo Benedicto, y ahora está este Francisco de la sonrisa amable y los buenos, necesarios gestos. Buenas noches.
Di que sí. Hace años que no pongo yo el mío, que debe ser napolitano, como tú dices, porque las figuras van vestidas con trajes muy bonitos, aunque bastante semejantes a la zona y época del nacimiento. Este año lo pongo. Y el arbol también, ea, que a mí sí que me gusta.
ResponderEliminarBesicos.
Pues yo tengo las dos cosas, el árbol, que no lleva más adornos por que no le caben, pero como lo pone Carlos le dejo que haga lo que quiera, y un nacimiento muy hermoso, que lo pintó mi suegra y le tengo mucho cariño, y eso que no me gustan las crismas,.....pero cuando tienes un niño en casa es lo que hay...
ResponderEliminarLa Polo
Me encanta este post!! Yo también fui muy del árbol de Navidad, cuando era chico... hasta que empecé a confeccionar mis propios belenes con plastilina. Con el paso del tiempo fui adquiriendo figuritas y formando mi gran belén de plástico. Pero un buen día, un grandísimo amigo, me regaló por mi cumpleaños un misterio, nada más y nada menos que de Hermanos Griñán, el rey de los belenes murcianos... aquellos que heredaron del gran Salzillo, su barroquismo, su color, sus gestos, su movimiento... Aunque el mío es una mezcla entre napolitano y salzillesco, pues llevan ropajes de tela encolada y unos colores preciosos... En Puente Tocinos tenéis de estos a cientos y, por qué no decirlo, a unos precios de escándalo, si los compras cercana la fecha de Navidad. El caso es que no sé cuándo, pero lo pondré una vez más... Es que en Murcia, un abeto nevado y cargado de bolas, como que no dice mucho, seamos realistas!! Un abrazo. Gúmer.
ResponderEliminarLa verdad es que el árbol, como tantas otras cosas, nos ha invadido. Yo ya no soy tan talibán, es una decoración más navideña que puede dar ambiente a la casa siempre que haya un buen belén o nacimiento. El problema es que el belén, cuando somos más mayorcitos, ya no lo queremos de plástico. ¡Ya quisiera yo uno napolitano, o murciano! pero son tan caros...
ResponderEliminarDe todas formas, el árbol es hoy por hoy un mal menor, ya ya cuenta con cierta tradición, que lo ponía la reina Victoria Eugenia en el Palacio Real. Pero en plan talibán, yo prohibiría los papanoeles-escaladores-chorizos, los espumillones, las letras escritas con falsa nieve en escaparates (que suelen durar hasta marzo) y las horrendas luces de colores que hacen de nuestros balcones verdaderos puticlubs navideños. La Navidad acaba siendo una patada en el hígado del buen gusto.
Lluís
No puedo estar más de acuerdo, aunque he de reconocer que en casa, además del Belén, también ponemos el árbol jeje Por cierto, podrías donarme alguna de esas figurillas de barro viejas, que yo llevo años tratando de reconstruir el Belén familiar que es también de barro jeje Un abrazo.
ResponderEliminarPues este año nada de nada, ni Belén, ni Árbol ni na de na. Vamos que para no tener nada ni felicitación Navideña, ¡como soy de segunda mano!, me quede sin ella, otros si la tuvieron a tiempo y con regocijos y todo.
ResponderEliminar¿Feliz Navidad!.....