jueves, 14 de noviembre de 2013

POR EL HUECO DE LA CERRADURA

   cuando no hay llave que abra,
   cuando no hay pestillo que cierre,
   cuando no hay puerta entornada,
   cuando no hay cerrojo que suene

    por el hueco, la ventana,
    entra el aire y algunas luces,
    por el hierro, la madera,
    entra el frio y algunas nubes,

   y el ojo furtivo mira,
   espiando los adentros,
   de uno y de mil secretos,
   mientras todo se termina


   cuando retumbe el portazo,
   cuando la llave se eche,
   cuando suenen las bisagras
   cuando estas pidan aceite

  por el hueco donde cierra
  donde abre un nuevo aquel
  donde comienza este jueves
  por donde empezarme a leer

        Buscar la llave e intentar abrir palabras, hoys y corazones. Esto me salió así, no sé...    
   

5 comentarios:

  1. Siempre que pienso en la imagen de mirar por el ojo de una cerradura, me viene otra imagen de alguien que mete una llave desde el otro lado y te pega en el ojo. Sera autocensura freudiana...

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  2. No me gustan las llaves...si no abren ningún sitio.....que de esas hay muchas, prefiero las de casa, que a todo lo más las pierdes y a los dos días se te pasa el disgusto....
    La Polo

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  3. Las llaves abren puertas y sierran el paso.
    Mejor, puertas abiertas, que corra el aire fresco y en el invierno encajadas, para que no entre el frío.

    Chao.....

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  4. Muchas veces, para decir no es necesario crear, pues lo que uno quiere expresar puede que ya se haya dicho con anterioridad.
    No lo digo por ti, ni por este post, que es sensacional y me ha encantado.
    Sino, todo lo contrario. Que lo digo por mí y lo que me ha sugerido este tema de las cerraduras, lo que se abre y se cierra, lo que se ve y no se ve, lo que está y se hace hueco.
    Lo dejo con un texto del Cantar de los Cantares:

    Cuando dormía y mi corazón velaba: ¡la voz de mi amado oí!
    «¡Abre, hermana mía, ábreme paloma!
    Que mi cabeza está cubierta de rocío
    y mis cabellos del relente de la noche.»

    ¡Metió la mano por el agujero de la cerradura;
    y toda entera me estremecí!
    Me levanté corriendo, y mis manos destilaron mirra,
    mirra fluida mis dedos, por el pestillo de la puerta.

    Abrí. Abrí a mi amado, pero no estaba, ya había pasado.
    Y el alma se me escapó en su huida.
    Lo busqué y no lo hallé. Lo llamé. Lo llamé y no me respondió.

    Me encontraron los guardias, que hacen la ronda.
    Me golpearon, me desnudaron los guardias de las murallas.

    ¡Ay! Si tú fueras mi hermano te podría besar al encontrarte en la puerta.

    Os conjuro, hijas de Jerusalén: Si encontráis a mi amado, decidle que muero de amor.

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  5. ¿Quién no ha mirado nunca por el ojo de una cerradura? Jajaja. Es que son tentadoras... y si ves algo que no querías ver o que no te conviene... pues no seas cotilla y a lo tuyo!! Gúmer.

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