Eternos se hacen los segundos en que tu teclado calla, y el mío espera tu respuesta; pasan horas sin que el teléfono suene ni descolgarse pueda. Comidas a una, en forzada monofiesta, cada vez la casa más amplia, más vacía, más escueta.
Recibiendo noes como respuesta, como esos africanos de timidez supina, que te ofrecen su ilegal y modesta mercancía, mientras los privilegiados les decimos, casi unánimes, el gesto de la negación y del rechazo. Pobre hombres de oscura piel y clara sonrisa, siempre callados, nunca en trifulcas, sueño devenido en pesadilla,de la choza allí al barracón aquí, y de la hambruna allá al hambre de tierra, familia y amigos acá.
Hace un año en Las Negras, no fué posible celebrar el aniversario. Y un año sin Alvaro ya, juventud sesgada, historia interrumpida. Llueve fuera, caen los grados; aguardan tardes de mesa camilla y aguanieves, en los que me asomaré a la pereza y a una voluntaria reclusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario