Mi debilidad. Como casi todo lo de este pueblo serrano. La capilla de la Virgen del Espino, la antigua patrona letuaria, es el rincón más bello de su imponente parroquia de Santiago.
Con trece o catorce años la vi por primera vez. A la izquierda de la nave principal, un poco escondida. Como una explosión de barroco y dorado al lado del neoclásico de las pinturas de arquitecturas fingidas, más suaves, más clásicas.
¡Pobre Virgen del Espino! Casi olvidada, desde que a finales del siglo XIX desapareciese tu imagen de alabastro, el origen del título y la devoción. Aunque antes, la bella Virgen del Carmen de Salzillo, ya le quitó su preeminencia y patronazgo. En los años cincuenta del siglo pasado se intentó crear una rivalidad mariana entre las dos advocaciones, con connotaciones políticas, pero todo quedó en mero intento. Al menos se restituyó la talla, aunque con una libre versión de la perdida en la centuria anterior. La Señora del Espino es escoltada por San José y San Juan, marido y sobrino, en el más maravilloso compendio de estípites, rocallas y columnas torneadas de esta tierra mía. A los lados, la Inmaculada y la Virgen del Carmen, más sencilla que la patrona que hay en el convento, la contemplan, mientras en el ático de la primera, la Virgen de la Rosa, otra preciosa advocación, vigila la cúpula de pechinas con evangelistas pintados al fresco.
Se cuela la luz del atardecer por las vidrieras de colores. Resuena el órgano barroco en el coro, con ese sonido único de uno de los mejores mecanismos musicales de todo el país. Me siento en un banco. Miro hacia atrás, y los ladrillos fingidos de la parroquia construyen un castillo de ilusiones y quietud. Vuelvo la vista al frente; las notas musicales se apoderan de mí una vez más, esperando salir a la calle y ver el cielo azul de esta serranía silenciosa y bella. Liétor en mi alma, con mi Virgen del Espino, como una rosa, corazón espinado, como es la vida y el día, que sangra con tantos pinchazos, y hace caer pétalos, hojas y aromas.
A Rafael in memoriam
Preciosa capilla y maravilloso retablo barroco, la verdad que tenemos en toda la geografia española rincones maravillosos por descubrir, y sobre todo de saber su lugar gracias a ti por darnoslo a conocer :-)
ResponderEliminar¡Vaya retablo!
ResponderEliminarA ver cuando nos hacemos una excursión.
Pepi
HERMOSISMA....
ResponderEliminarLa Polo
Magnífica la capilla de la Virgen del Espino; un espacio emotivamente Barroco, como nos gusta a algunos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juan Carlos, por abrirnos tu mirada tan sensitiva hacia esta contemplación de estampas, imágenes, lugares y objetos tan cotidianos... pero que traslucen una perspectiva y una forma de ver la vida muy particular: la tuya. Esta afirmación es muy tópica pero creo que acertada: "si no existieras, habría que
inventarte".
Un abrazo desde Murcia.
José Alberto.
Bienvenido querido José Alberto, es un placer que seas templetillero y tus palabras me llenan de orgullo y afecto. Espero verte a menudo un abrazo
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