Y pareciera como si fuesen a colarse por entre los cristales de mi coche. Mientras, mi pensamiento vuela con estar en el refugio de un hogar, de un rincón, mientras me encamino a un destino incierto, ciego e imprevisible.
Comienzan a caer las primeras gotas. No es momento para paseos, bucólicos o no. El techo, el tejado y el muro concitan al descanso, al silencio y a la mirada. Noche clandestina de imaginados abrazos, de entrelazadas manos y contiguas respiraciones...La lluvia aumenta su volumen y atrona más que nunca, a pesar de las gruesas paredes de piedra, siempre la piedra en el muro y en el camino.
Cuesta coger el sueño, cuesta acostumbrarse. A veces los sueños son realidades, y la verdad es solo una nueva quimera, no se ve clara la frontera entre lo irreal y lo ideal. Gritos del cielo, noche de tormentoso movimiento, mientras que con mis ojos cerrados, mis pies se frotan y entrelazan con los tuyos, al tiempo que la noche de nuevo se ilumina a ritmo de tamborrada de rayos, con bengalas entre las nubes.
Aquí ahora llueve. Me encanta oír la lluvia desde mi cama, los truenos, el olor a agua y a tierra mojada (aunque desde este mar de asfalto poco huele a tierra) y la sensación de protección y de pensar que fuera puede caer el cielo sobre nuestras cabezas mientras a ti no te va a pasar nada.
ResponderEliminarY si eso es en compañía, pues mucho mejor.
Muaks
Desamparados