pero no en un autobús, ni tampoco tengo el alma de blues, como la canción de Miguel Ríos. Haciendo recuento, tal vez he pasado y paso muchas horas de mi vida al volante, desde hace ya muchos, demasiados años, demasiadas horas tal vez.
Vivo conduciendo, inmerso en la tensión de medianas, cruces y adelantamientos. Muchas veces con el tiempo pegado, llegando tarde aún queriendo ser puntual, como un paralelismo en mi propio devenir, el coche-yo, la carretera-mi vida.
Nieblas, lluvias, primeros copos que me llevan al garaje y el parón; sol deslumbrante y cegador de los atardeceres que ya se acercan. Pensamientos míos, siempre co-existiendo con el viaje, en este diván sin psiquiatra en forma de asiento y con palanca de cambios y freno de mano, donde la soledad te empuja a comerte o hacer volar la cabeza. Suena la impagable Nieves Concostrina, que hace del tema funerario, un motivo para la sonrisa y también para el discernimiento de lo humano y lo divino, de lo banal y lo importante. Me pongo a marear el dial de nuevo: fútbol, el 23-F ¿os suena?, más fútbol, y ¡milagro! mi Dianita Navarro que me hace más feliz y corto el regreso a casa, y me pongo a cantar mientras pienso...¡mira lo que te has perdío, ahaahahahahahaha, tu palomita se te vaaaa!!! que noche aquella en Tome ¿eh melo?
una noche estupenda,tía.. yo cada vez que la escucho me acuerdo de tí..
ResponderEliminaraquí hay 20 grados y no existe la niebla, ni la nieve.. y no veas lo que se echan de menos esas cosas..
besos, guapo!!
que razón tienes, desde que te conozco, cuantos años ya?? un montón y siempre pariba y pabajo con el coche de poblado en poblado...que le vamos hacer, y en estos tiempos que no falte...besicos
ResponderEliminarLa Polo
Conducir es creo uno de los mejores momentos, para pensar miles de cosas!!!!. Además creo todos hacemos los mismo, cantar, meditar... etc etc... jajajaja
ResponderEliminarUna vez más, podria ser yo el que narrase en primera persona tu entrada. El coche se ha convertido en mi templo, en mi lugar íntimo, en mi Sancta Sanctorum en donde hablo solo, reflexiono, escucho mi música sin comentarios críticos a mis folklóicos gustos. A veces cansa, pero también tiene su encanto, ¿no?
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